Nacida para putear

Pero como el ave fénix, con mi propósito de enmienda firmado y cargada de energía primaveral, de esa mía, la que me da el polen, vuelvo de entre mis babas para poneros del revés.
Creo que todo esto es fruto de mis ideas asesinas, cuando dejo fluir a su antojo mi odio hacia la humanidad el estomago se me descompone, los ojos se me vuelven hacia atrás y escribo cosas por las que bien podrían detenerme. Pero ocurre que al saberme leída por algunos de mis conocidos más cercanos mis instintos más bajos quedan coartados por miedo a la desaprobación socia...ironías de la vida. Si, después de mucho trabajo de campo, de muchas comprobaciones in situ y de mucha auto-observación he descubierto que me preocupa lo que penséis de mi, que miserable, que débil, que arrastrada, que gusano de tía! aggggs!. Total que termino por contar lo obvio, lo de todos.
El caso es que si todos me parecéis gilipollas...¿a que se debe esta preocupación?. Quiero recordar que ya explique en un post anterior que considero apasioanante la idea de que yo también os parezca gilipollas a vosotros y que jamás conseguiré desenredar este sin dios. La naturaleza sin duda es sabia, a todos nos hace sentir inteligentes por encima del resto, me encanta...
Lo cierto es que este desequilibrio mío me hace pasar muy buenos ratos, el sábado pasado trataba de explicarle a la raspa en que se diferencia mi patología antisocial adaptativa de la de otras personas que conozco y cuyo problema les hace pasarlo verdaderamente mal. Pues bien, no puedes empezar una explicación diciendo”a mi todo el mundo me parece gilipollas”, no puedes...pero a mi me da risa.