lunes, julio 23, 2007

Pánico a una muerte ridícula (1ª parte)

Dos desmayos, uno con golpe certero en la ceja contra suelo de loza cuyo resultado fué el de 3 puntos de sutura, para lo sexis que podian haber quedado parezco un balón de reglamento. El segundo, con mucho más público, a las 8 de la mañana en el autobús de la linea 42 de madrid dirección casa de mis padres. Como experta en casos de desmayos recordé las palabras de mi doctor "avisa a alguien, no tengas verguenza" recordando perdí el tiempo que tenía, debía haberme transmitido un mensaje más corto. Sólo tuve tiempo para quitarme el mp3 mirar a la señora de al lado y decir"me mareo".Ella hizo unos gestos...confusos y me dijo algo "grauregrorel...." Cuadno abri los ojos sendas marujas me sujetaban por los brazos mientras yo estaba de rodillas en el suelo, doloridas rodillas, y con la cabeza colgando, solo me faltaba la soga para ser bisbal.

Si te desmayas en un lugar publico con mi color de piel no esperes que se apiaden de ti, te miran con cara de "maldita yonki" o "será contagioso?". El autobusero fué el unico que se preocupo por mi, las otras perras ni me sujetaron, a ver si recuerdo contarselo al doctor "pide ayuda pide ayuda...."

Tras estos dos episodios y viendo que cualquier momento es bueno para desplomarme empece a observar todo el mobiliario urbano como implacables armas mortales.Del mobiliario urbano pasé al mobiliario en general, incluso a algunos seres humanos de picudas estructuras oseas.

El médico valoró estos casos como simples lipotimias debidas a mi baja tensión arteriar, la de un muerto tengo. Y me dió sabios consejos de persona cualificada con cienes de años de carrera "come aceitunas" me dijo."¿aceitunas?" pregunté, "aceitunas" contestó " y bebe coca coa".

Bien, con estas nuevas y esperanzadoras pautas de vida retomé la mía.