miércoles, julio 26, 2006

Botox a gogó

Acabo de volver de la playa, he estado 4 miserables días, pero intensos, he conseguido un bronceado más que respetable y me he reído sin parar.

Fuimos a Málaga, a un lujoso resort entre Marbella y Estepona, y como perfectas marujas la primera noche nos fuimos a cotillear Marbella. Como era la primera estábamos aún azules, y como acabábamos de llegar de viaje solo nos apetecía vestir playeras, así que nos plantamos en pleno Puerto Banus con camiseta de tirantes güarrera, pantalón fofo y cholas del carrefour y por fin comprendí como se sentía Patrick Swayze en Ghost.

Allí nadie nos miró ni de reojo, para ellos éramos claramente mierda. Ninguna tía llevaba menos de 8 centímetros de tacón, todas estaban negras como cucarachas, y las terrazas de los pubs parecían corcheras de piscina olímpica, no recuerdo una sola teta normal.

Era difícil caminar entre la gente que había en la terraza de Pupi y el Pub de Conrado. Los pijos también se amontonan, doy fe. Pero era más difícil para nosotras, porque al no vernos no se apartaban, que hijos de puta!

Nosotras nos compramos un helado de una bola a 4 euros y nos dedicamos a echar un par de horas de un lado para otro observando espantajerias como el que pasea por un museo de figuritas de Lladró, nunca he visto tanto complemento junto, que barbaridad.

Al final de Puerto Banus hay una diminuta capilla iluminada y también excesiva en ornamentación que protege en su interior a la patrona de los pescadores. Por allí andábamos nosotras cuando una rubia retostada subida en una sandalias doradas de 10 centímetros apartaba su pecho para coger aire y gritar a su amiga “ala tiiiia , la virgen del carmen!” a lo que la amiga respondió sin vacilar “que fuerte no?” y entonces fue cuando la primera dijo “Roberto trae la cámara!” y doblando una rodillita sobre la otra pasó su brazo alrededor de la capilla y enseñó hasta la última de sus fundas apoyando la cabeza de ladito sobre el cristal. Viendo esa foto lo menos que piensa uno es que la tipa esta abrazando a la virgen del Carmen.

El remate de la noche fue espectacular. Caminábamos hacia el aparcamiento sorteando bares, restaurantes y tiendas de ropa diseño (abiertas por cierto), cuando a lo lejos vimos un grupo de chicos relaciones publicas, altos, morenos, guapos y musculados, uno de pelo largo empezó a acercarse a nosotras sin mirarnos mientras seguía hablando con sus amiguitos. Cuando ya estaba muy cerca giró la cabeza para invitarnos a una copa, pegó un respingo, puso cara de pánico y se volvió espantado a su redil. Increíble.

miércoles, julio 12, 2006

Veranito

He descubierto que si ya en invierno me cuesta relacionarme con la gente lo del verano roza el autismo, y la razón es muy sencilla. En invierno aún necesito cruzar un par de frases con la gente para sentir esa sensación de pesadez, de pereza, de perdida de tiempo. En verano es mucho más sencillo, me basta con olerles.

Son las 9:42 de la mañana y ya me he cruzado hoy con tres candidatos para morir por cerdos. Me produce un asco infinito la peña que huele mal. Y es que pocas cosas me dan tanto horror y tanta sensación de falta de respeto como un cerdo, ¿Qué demonios les he hecho yo para merecer esas nauseas nada más levantarme?, algunas personas ya no es que apesten, es que se vengan de ti al pasar por tu lado, huelen a rencor.


Hay una señorita muy aseñorada que cada mañana sin falta coincide conmigo en el autobús. Yo siempre me acomodo en el asiento de detrás del conductor por motivos en su mayoría relacionados con mis fobias sociales, es un asiento aislado, me da el aire en cada parada y suele ser más espacioso que el resto. El caso es que cada mañana en la tercera parada después de la mía sube una señorita de aspecto impecable, cada día un modelo diferente, siempre elegante. Bien, pues el pestazo a tabaco que desprende es digno de cortarle el pescuezo ahí mismo. Es bastante probable que ella no sepa por qué demonios cada mañana la miro con esa cara, quizá el día que directamente le meta una ostia se lo explique.

miércoles, julio 05, 2006

Abriendo a la banda

Tiendo a pasarme horas paseando por el pasado, recorriendo calles, mirando caras, viéndome desde una rendijilla ser feliz, ser valiente, hacer el capullo o cometer grandes errores. El pasado de ayer o de hace 7 años.

Hay cosas de mi pasado que me gusta recordar, pasar sobre ellas una y otra vez sin tener por esto que añorarlas, me gusta recordarlas, valorarlas, juzgar mi comportamiento... Considero que del pasado se aprende, pero hay que pensar en él, darle vueltas y llegar a conclusiones sobre qué y cómo se hizo tal cosa, no vale sólo con tener un pasado, de eso también tienen los calamares.

Este mismo proceso lo sigo con las historias del pasado de los demás, que aunque sesgadas algo de miga se les puede sacar. Y digo lo de sesgadas porque me indigna hoy la puta manía esa de adornarlo todo, en vez de usar la vida para aprender de ella y para no cometer los mismos errores, jugamos a disfrazarla de éxitos, de prepotencia y de razones sin razón. Yo trato de creerme lo que me dicen sin más.

Nunca escucharas a nadie decir” mi novio me dejó porque soy un coñazo de tía” o “dejé a aquel chico porque me perdió la inconsciencia” y en caso de decirlo siempre tendrás al lado un buen amigo que te ayude a volver al redil con un “ que va tiiiiia, no sabe lo que se pierde” o “ no te merece” (como si fuera una algún tipo de premio, que ya ves tu). También somos muy dados al “tu vales mil veces más” estilo Pantene, o “esa historia no tenía futuro” cuando en la mayoría de las veces se puede contestar”que coño sabrás tu del futuro de mi historia!”.

Otro mecanismo muy recurrente en el jueguecito del Yosiquesoyfeliz se da al encontrarte a alguien por la calle, un amigo de hace tiempo o una ex pareja, en este tipo de situaciones creo que lo mejor sería pasar de largo, porque de lo que te diga o puedas decirle tú la traducción es libre, pero que muy libre. Si le va bien, lo sano para nuestra salud mental es no creérnoslo, “igual un poco bien, pero no tanto como le podría ir conmigo claro” e inmediatamente inventamos que a nosotros nos va mejor, siempre mejor. Pero es que si le va mal directamente nos regocijamos en nuestro éxito ficticio, eso si, dándonos mucha importancia... pero como quitándonosla.

VS






A mí me han dejado por ser un coñazo, por dejar de gustarle a alguien, he dejado a quién no debía, me he arrepentido, he echado de menos, no he conseguido estar con alguien porque sencillamente no le gustaba, no porque acabase de salir de una relación difícil, ni porque tuviese miedo al compromiso, ni porque “le gustase demasiado” esta es de mis favoritas.


Todo esto apesta y yo trato de evitarlo. Llevo desde bastante joven incumpliendo esta ley de supervivencia del orgullo y no me ha ido tan mal. A mi la vida me va normal, y al que me pregunte se lo diré, pero también me ha ido mal y se lo he contado hasta al Tato (entre otros). Si doy con alguien que me odie y pregunta, le diré que me va mal si así es, lo que haga con la información corre de parte de su conciencia, igual hasta participo con mi fracaso en parte de su éxito, eso hace a uno muy importante en según que casos.