viernes, diciembre 23, 2005

"Desde pequeñita me quedé..."

Mi madre cuenta que cuando nací no había forma de callarme, que lloraba desconsolada día y noche. Dice que cuando fue a verme al nido todos los bebes dormían salvo yo que tenia la cabeza levantada como una tortuga y miraba a mi alrededor con los ojos desencajados. Que una vez en casa seguía llorando a todas horas y solo paraba si me meneaban: dormida, puesta en la cuna y vuelta a berrear.

Cuenta que muchas noches asustados me llevaban a urgencias y era en el coche donde me quedaba traspuesta hasta el día siguiente. Siendo algo más mayor me quedaba grogui cuando me paseaban en el carrito y me despertaba como poseída a grito pelao en cada semáforo rojo.

Seguí creciendo... de edad, en altura paré pronto, y con 12 años me hice asmática. El médico me recetaba aerosoles y termine comprándome la maquinita para no tener que desplazarme a diario al centro de salud. La maquinita tenía y tienen, un motor que hace un brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...constante, música celestial para que os voy a engañar. No había sesión de aerosoles que no me durmiera.

Ayer pasé la mañana más dura de oficina desde que trabajo aquí, no había manera de mantener los párpados abiertos y no comprendía por que... me paré un momento a pensar que sucedía, que era ese soniquete adormecedor que invadía la sala, ese ritmo continuo... oh! Si! Otro de mis somníferos favoritos, el más navideño “tirorirorarirooooo rirorirooooo, cientoventicincomiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiil pe seeeeee taaaaaas!” Y cierto es que ya no son lo que eran, que han perdido todo su encanto, que ahora cantan en pleno pavo, hacen gallos, lo de los 1000 euros suena fatal, se equivocan mucho más y lo peor, los niños huérfanos de san Ildefonso tienen padres, que estafa! (Dice un amigo mío que cantan así de mal porque lo del acoso sexual de los curas esta mucho más perseguido ahora...) yo me sigo quedando roque.

Es el primer día 22 que no duermo hasta el medio día. Cada loto-dia empezaban para mis las vacaciones con la primera mañana sin madrugón. Desde bien tempranito mi madre con la radio y los niños de san Ildefonso, con sus trajes de marineros, sus canesús y sus vocecillas millonarias, me acompañaban el sueño hasta la hora de la comida y yo que soy muy espabilá y no tengo nada que envidiar a los perros de Pavlov, relacioné: lotería –sueño, así de fácil, los oigo y me duermo... Ahora me planteo que lo más probable es que el resto de días 22 de mi vida madrugue y pienso en la manera de romper esta relación amor-odio de años. Yo soy una mujer de costumbres y los párpados se me caen a la décima bola.

Hoy en día es el motor de mi PC el que me acompaña en el sueño y me pregunto que es lo que hace que necesite un ronroneo para dormir desde que nací hasta hoy, por qué me asusta el silencio, por qué sigo mirando el mundo como cuando era la primera vez que lo veía y por qué me sigue dando vértigo pararme.

miércoles, diciembre 14, 2005

Equilibrio


Y al otro lado de la balanza... la esperanza de encontrar un día un sólo punto de apoyo con el que mover el mundo.

viernes, diciembre 09, 2005

Perdiendo un imperdible


Me pregunto qué extraña fuerza mueve a ciertas personas a basar su vida en mentiras. Mentir indiscriminadamente exige una memoria de elefante que pocos poseen, de forma que la credibilidad de según qué seres que explotan en exceso este recuso dura un solo asalto.

Cuando lo que se dice y lo que se hace es del todo contradictorio son los hechos los que dejan huella, por más que deseemos aferrarnos a las palabras. El grado de frustración en caso de creer en palabras vacías es directamente proporcional al tiempo que dure el embelese. Y para colmo de todos los males y en contraposición a tu ceguera de amor, la claridad de ideas del mundo que te rodea, que añade a tu frustración un puntito de incomprensión y otro de mala ostia. Estos opinarán sin reparo, creyéndose con derecho a hacerlo y sin que tu preguntes (porque te quieren... por tu bien), llenando de reproches a tu actitud e insultos disfrazados de consejos fáciles, cafés, bandejas de entrada y noches de farra.

No es que crea que las mentiras son absolutamente prescindibles, hablo de la mentira como forma de vida, de quien miente cuando no tiene necesidad porque es costumbre, de quien por suerte o por desgracia la vida le ha favorecido mentir hasta a su madre sin que se le reproche y de quien en caso de reproche prefiere huir.

Todos vivimos situaciones en las que es preferible huir, incluso en las que sin ser preferible lo hacemos... Las técnicas de huida son muy variadas y muy personales, cada uno elegimos la nuestra, la que nos resulta más fácil o menos comprometida y luego están los que hacen de su capa un sayo y viven huyendo. Huyendo hasta de sus propias palabras con la infalible técnica de la sustantivación. Es esta una técnica que mucha gente no admite, porque puede no ser intencionada, que puede darse incluso de manera inconsciente y que no niego que así sea, pero se usa. Consiste en convertir en nombres los verbos comprometidos, de manera que al ser estos entes autónomos escapen al control del emisor y de esta manera se pierde la responsabilidad sobre ellos. Con esto el complicado “he dejado de sentir amor por ti” se convierte en un impersonal “mis sentires me han abandonado” (yo que culpa tengo hija!). Dicho sea de paso no aparece en le diccionario de la RAE y “sentir” viene definido sólo como verbo.


Para este tipo de gente frases como “te quiero” o “te echo de menos” son el pan nuestro de cada día, el único fallo es que faltan horas en el día para repetírselo a tanta gente. Si se siguiese un orden por ejemplo alfabético, calculo que me tocaría un “te quiero” cada 5 meses, pero como el orden es más bien de respuesta a impulsos y yo otra cosa no pero me hago querer, tengo la suerte de recibir un “te echo de menos” telefónico cada 3 que lo vuelve todo del revés y con el que no me hago una boina.

Dicen que cuando pierdes un miembro lo sigues sintiendo como si estuviese ahí, miembro fantasma se llama... miembro fantasma. También dicen que el tiempo cura las heridas, pero no borra el recuerdo, esta ecuación da un recuerdo sin herida contra el que difícilmente se puede luchar...en caso de querer claro, mis recuerdos son tesoros.

Hace unos meses alguien me pidió que le explicase como se puede perder un imperdible, pues esta es mi respuesta, los imperdibles no se pierden, son las personas las “perdibles” y se pierden cuando
dejan de creer en ti.