martes, septiembre 20, 2005

Con mi chándal y mis tacones, "arreglá" pero informal

Durante dos tardes a la semana soy voluntaria en un centro donde trato de conseguir trabajo, y por eso soy voluntaria, porque sinceramente, los voluntariados me parecen un timo y si os parezco una desalmada os lo explico.

El caso es que mi función allí anda a caballo entre la de psicóloga y la de educadora social...educadora social, vaya expresión. Es decir, que debo asesorar a personas descarriadas, exdrogodependientes en este caso, como comportarse en la sociedad, como ser uno más, un capullo más.

A pesar de lo que la mayoría pueda pensar, hay personas con verdaderas dificultades para sacar su vida adelante, muchas historias no se componen de una de cal y una de arena, sino que están cubiertas de arena hasta las orejas y en otras ocasiones no es la debilidad, la falta de carácter o de picardía lo que hace caer, cuestionarse todo en exceso también desmotiva a cualquiera. En cualquier caso no creo que ninguno nos librásemos si nuestra vida se llevase a juicio, en cualquier caso... quienes somos nosotros para juzgar lo que no conocemos.

Ahora bien, a juzgar es a lo primero que se aprende, es casi un acto reflejo... Tengo que premiar sus actitudes adaptativas y censurar las que no lo son, cuando muchas son verdaderas genialidades y esto... me confunde. Tengo que hacer verdaderos esfuerzos porque se quiten el chándal del carrefour “Anidas” para ir a comprar, guerras dialécticas interminables para que no salgan en chancletas de piscina con calcetines, convencerles de que su forma de hablar, su lenguaje e incluso su tono no les hace ningún favor ahí fuera y lo que resulta más duro, hacerles creer que pueden llegar lejos, que pueden volver a tener una vida digna y que el chico de recursos humanos con el que tienen la entrevista de trabajo se fijará en su valor como trabajadores y no en sus dientes picados. Dicho esto, con su camisa nueva “recién planchá”, sus pantalones de pinzas, sus castellanos, su pelo engominado, llenos de esperanza y la cabeza bien alta sale a la calle.

Después de tres horas vuelven los mismos tipos derrotados a los que hice disfrazarse y levantar la cabeza para ver las caras de desprecio de la gente que pasea por la calle, de quien les atiende en los comercios o de quien huye despavorido cuando preguntan la hora. Una vez más tenían razón ellos, para esto es más cómodo el chándal y las chanclas que no hacen rozaduras.

miércoles, septiembre 14, 2005

Mi paraiso indecente

He alquilado mi primera casa, es grande, luminosa, bien distribuida, bien situada, económica... y con algún inconveniente como que necesita un mes (o más) de curro para estar habitable.

Nunca he arreglado una casa, es más, nunca he limpiado a fondo una casa, de manera que llevo un orden absurdo que me envuelve de vez en cuando en bucles infinitos, véase: limpiar el suelo, pintar el techo, limpiar el suelo, fregar persianas, limpiar el suelo, lijar ventanas, limpiar el suelo, pasar después de pintar otra habitación, limpiar el suelo... he limpiado mi primer suelo de rodillas y a cepillo como la cenicienta, he aprendido que el parquet se limpia con vinagre, que las lamas de una persiana pueden acumular mierda infinita y que un colchón nuevo es algo impensable en mi situación económica.

El otro día fue el cumpleaños de la raspa, lo celebró el sábado y estábamos todos muertos porque el viernes estuvimos viendo triunfar a Mustafa. Fuimos a su casa y charlamos hasta las 6 de la mañana. Estuve toda la noche pidiendo consejo de bricolaje para mi hogar y todo lo que saqué en claro es que mis amigos son pijos, muy pijos, repelentemente pijos.

Las cosas se sucedieron así:

Trato en primera instancia de explicar el concepto "casa de alquiler", desconocido por algunos, es decir, todo lo que haga en ella se lo queda mi casero. Segunda cuestión, casa alquilada a precio reducido por su estado, de manera que hay que conseguir que esté decente con los mínimos gastos para que salga rentable, con lo que quiero dar a entender que si tuviese dinero para maquear la casa me alquilaba una maqueada y me ahorraba los cayos. Por último trato de hacer entender que no es porque pertenezca a la cofradía del puño cerrado, sino porque NO TENGO PASTA. Bien, pues no entendieron nada.

- hombre para empezar, que menos que quitar el gotelé que no se lleva nada.
- pero eso es una pasta, se pinta, que quede limpito y punto.
- ¿Una pasta? Por 350 euros más los pintores te lo quitan.
- ¿350???????, ¿que pintores? (¿más?)

Conversación numero dos:

- Bueno por solo 700 euros tienes una cocina decente
- ... y ya van 1050 ...

Y la noche continuó:

- una mesa de salón no te cuesta menos de 1000 euros, una que sea decente.
- yo prefiero pegar los 1000 euros con celo y comer encima.



A las 6 de la mañana me quedó claro que nunca entenderían la ilusión que a mi veci y a mi nos hace nuestra primera casa por poco que se lleve, que mi diferenciación entre decente e indecente no debe estar muy clara a ojos ajenos, aunque eso ya lo venia sospechando hace tiempo y que adoro mi cocina “infecta”, mi hogarcito con gotelé hasta en la tapa del retrete y mi terraza a pie de calle en la que siempre hay alguien colgado de las rejas cotilleando como avanzamos con el bricolaje las vecinitas.

Pd: si pones en Google “gotelé” aparece lo siguiente “¿Que vives en una casa con gotelé? Si a ti no te da vergúenza, por mí, bien...”

domingo, septiembre 04, 2005

Las prisas

Los cambios, las prisas, la impertinente vuelta a la rutina y las firmas que cambian un cachito de tu vida, me estan impidiendo, a pesar de haber vuelto de unas vacaciones que os aseguro que dan mucho de si, dedicar tiempo al Blog. Dadme tres dias y volveré.

Con historias de superheróes habrientos, ejecutivos trabajo-dependientes, barcos de prostituto-piratas y vecinas recien independizadas de rodillo en mano.

Hasta dentro de 3 dias.