martes, febrero 21, 2006

" si, me conformo"


Hay gente que prefiere cualquier compañía antes que la soledad. Supongo que es el
miedo a que esa soledad se eternice lo que les hace conformistas y olvidar el sabio “mejor sólo que mal acompañado”. En mi opinión, es la conformidad lo que envejece a las personas y lo que más infelices puede hacerlas. Incluso en la soledad mas gris se conserva un resquicio de esperanza (yo por lo menos).

Pero la soledad a la que tememos cada uno es diferente, esas frases populares (y chirriantes por otro lado) como”me siento solo entre tanta gente” o el clásico”que dura es la soledad” hacen pensar que cada uno define su temida soledad de forma muy diferente.

Todo aquel que tema la soledad que levante la mano, y después, con la mano levantada que intente definir exactamente lo que teme, pero con nombres propios, porque la soledad tiene nombres propios, eso es innegable. Porque yo prefiero estar sóla que con Fulanito, pero me moriría sin Menganito y me diréis que soy una romántica asquerosa, sin remedio, pero me moriría sin él. Y prefiero la lenta soledad eternizándose abrazada a una diminuta esperanza, que una resignación de por vida, disfrazada de falsa felicidad, felicidad amortiguada de domingos con cine, sillones calientes, y flores el día catorce, que le den a todo eso si me lo da Fulanito. Y me disfrazo de mujer fatal, decidida, autosuficiente y segura de si misma o... me disfrazo fatal de mujer decidida, autosufic... en plan Rita Hayworth, que ella lo intentaba pero de base era bastita.

Hay quien sólo teme la soledad, y la cambia por cualquier compañía por conformista u horripilante que sea y supongo, aunque me llene de ira, que también son éstas sus formas de ser y no se les pueden echar en cara (yo por lo menos), aunque lo hago todo el rato y sin piedad...

En mi caso, después de una infancia y adolescencia repleta de princesas prometidas, dirtys dancings y prettys womans, el amor funciona como motor del resto de mi vida, como cuando tiras una piedra al río y esta crea círculos concéntricos que se van agrandando, inundándolo todo. Sin esa piedra que empiece a mover el agua cualquier esfuerzo por conformarme es inútil, cualquier esfuerzo por ilusionarme y centrar mi vida y mi felicidad en trabajos, amigos...es inútil, no es comparable, puedo acostumbrarme, pero me sabe a poco, (por lo menos a mi).

De manera que tomo conciencia de mi situación, de mi erotomanía profunda y lucho a su lado, no contra ella. ¿Por qué perder la esperanza?


"no permitiré que nadie te arrincone"

miércoles, febrero 08, 2006

No te calles que no te veo

A la gente le encanta hablar de la responsabilidad que les caracteriza, “yo soy un tio muy responsable”, “he tomado esta decisión bajo mi responsabilidad”, “me considero lo suficientemente responsable como para...”. Considerarse responsable es muy común y sencillo, pero serlo es bastante más jodido. El problema radica en cuanto debamos reducir la onda expansiva de nuestros actos para que estos puedan considerarse responsables.

La RAE dice “responsabilidad”:

Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.

Según esta definición el acto responsable ha de ser libre, y las consecuencias reconocidas por el sujeto, lo que se contradice con la parte en que dice “todo sujeto”.¿Quiere decir esto que sólo es responsable el sujeto de las consecuencias que reconozca?, ¿qué reconozca realmente o que quiera reconocer?, ¿acaso es “todo sujeto” capaz de reconocer el total de las consecuencias de sus actos? (... por muy activo que sea).

Creo que no descubro nada si digo que todos hemos sido victimas en repetidas ocasiones de actos irresponsables, victimas y verdugos, de eso tampoco nos libramos. Y tampoco añado gran cosa si digo que es en las relaciones sentimentales cuando el vesduguismo y el victimismo quedan más patentes.

En una relación de pareja siempre hay un desequilibrio evidente. Todo el que ve una relación desde la barrera sabría decir quien “manda”, quien pone las normas y quien las cumple bajo la amenaza de “pues si no te dejo”, disfrazada de “tu verás” o “tu sabras, mi amor”.

Lo que vengo a denunciar aquí en plan anuncio de coca-cola es que cada uno se haga cargo de sus responsabilidades, que cada acto por inofensivo que parezca puede afectar a millas de distancia y antes de decidir si se hace o no debemos ser conscientes de a quién y cómo va a afectar, de si seremos capaces de hacernos cargo de estas consecuencias o si vamos silbar mirando al techo en plan Pilatos.

Nuestros "inofensivos actos de amor", guiados por impulsos de pasión y desmesura terminan jodiendo al prójimo a base de bien. Un prójimo indefenso, a merced de sus sentimientos, que se mantiene callado, con miedo a respirar pensando que cualquier movimiento en falso le hará perder su razón de vivir.

Y no puedo despedirme dejando de rositas al sujeto victima, que tanto como el verdugo o más, ha de hacerse cargo de su irresponsabilidad, de su dejar que sucedan las cosas sin exigir derechos, sin exigir dignidad y respeto, de su silencio a cambio de un beso desganado, o de una relación que se alimenta de su miedo.