Juegos de poder
Iba en el autobús, venia cansada de pasar todo el día fuera de casa cuando el destino me regalo uno de esos momentos por los que merece la pena vivir. Doble ración de reality en una sola noche.
Yo estaba sentada en esos "nuevos" asientos desplegables que hay enfrente de la puerta de atrás, medio
dormida con el ronroneo del motor y el murmullo del autobús a rebosar. Tenia 45 minutos de sopor por delante, cuando oi...” pues es que no entiendo donde esta el problema...”, despegué mi barbilla del pecho y miré delante mía. Había una chica de unos 20 años, quizá menos. Vestía pantalones de pinzas negros, zapatitos de punta negros, chaqueta tipo chanel de cuadros burdeos y un pañuelo de gasa atado al cuello, el pelo... ni que decir tiene que llevaba una de esas coletas lánguidas que tanto se llevan ahora en determinados sectores de la población, flequillo hasta la boca y la cabeza permanentemente torcida para mantener al menos un ojo despejado.
Tras ella, un chico regordete, con náuticos, pantalón docker beis (de los que hacen culo de pan de hogaza), camisa de cuadros y jersey, muy prieto, verde botella con su correspondiente bordadito en la tetilla izquierda, el pelo rizado tipo “mar picado” al puro estilo Gallardón.
Ella se sentó a mi lado con cara de indignación, y fui apagando mi mp3, la situación prometía... El se quedó de pié rozando levemente las piernas de la chica con sus muslos en un gesto cariñoso. Trató en un par de ocasiones de acariciarle el pelo y ella siempre respondía con una sacudida de cabeza en plan “quita mosca!”. La cara del chico era de desesperación y de prevenir la catástrofe que irremediablemente se le venía encima.
Yo mantuve mi cara de cansancio, me esforcé en no cambiar el gesto y en seguir moviendo l
a pierna al ritmo de una música que ya no existía. Un trabajo bien hecho para no despertar sospechas y que los acontecimientos se pudiesen suceder sin alteraciones externas.
Después de una lucha entre te-acaricios y ni-me-toques-con-tus-sucias-manos, EL exclamó “es que no lo entiendo”. A partir de ahí el aguantarme la risa fue duro. Comenzaron un conversación... Esta conversación:
Ella: ¿es que no te das cuenta que me siento mal?
El (con cara aún esperanzada): pero ¿por qué?
Ella: Pues porque quedo contigo porque TENGO QUE quedar contigo, porque te llamo porque TENGO QUE llamarte, te contesto los mensajes porque TENGO QUE contestarte los mensajes... y no puedo más!
El (muy lógico): no tienes que hacer nada de eso, hazlo sólo si quieres
Ella: ¿Pero es que no lo entiendes?, si no lo hago me siento mal, tengo cargo de conciencia. He intentando lo nuestro pero no puedo más!
El: Y... cuando me llamaste ayer para que fuese a verte, ¿era también por obligación?
Ella: ¡Es que no entiendes nada! Eso es súper egoísta por mi parte!! Y me da cargo de conciencia, y no puedo más. Tengo cargo de conciencia contigo, cargo de conciencia con mis padres, cargo de conciencia con mis hermanos, cargo de conciencia con ICAI (tela marinera), no doy lo que se espera de mi!!
El: Pues ayer cuando me pediste que fuese a verte no parecía mentira y yo pensaba que nos iba bien y que estabas contenta.
Ella(gritando un poco, desesperadita): Porque yo lo he intentado, que salga bien pero no sale!! Y claro, todos pensáis que como soy monisima soy mala, pero también tengo conciencia eh! Y me siento mal.
A estas alturas de la conversación, el chico ya estaba convencido de que el culpable de to
do era el, que su comportamiento hacia ella había provocado el desastre y ella empezaba a relajarse convencida de que lo más difícil ya había pasado, cuando...
El: ¿Podemos bajar aquí y hablar un rato?
Ella: ¡Pues no!
El: Pero... ¿por qué? No puedes dejarlo así sin más, podíamos hablar un rato (lloroso)
Ella: No puedo, empieza gran hermano y además tengo que estar en casa antes de las 10 o si no mis padres...
El: Hay tiempo de sobra, gran hermano empieza a las 10 solo quiero hablar un rato, quédate 10 minutos y llegas a tu casa de sobra o llámame luego.
Ella(indignada): Pues hombre! Una hora desde la universidad a mi casa me parece muy fuerte!! No puedo quedarme. ¿ves? Siempre estas igual “quedate un rato”, “llámame antes de acostarte”, “mándame un mensaje luego” (poniendo voz de urraca).

Y de repente grita agobiada:
- ¡¡¡¡Bájate ya!!!!
El pone cara de acojonado y dice:
- bueno, te acompaño y así tenemos tiempo de hablar un rato más
- que nooooo!
Estuvieron un rato en silencio, el con los ojos brillantes, ella con cara de victoria y de querer que el tiempo volase. Sólo le faltaba solucionar el hecho de que ese pesado seguía ahí y su parada ya se había pasado. Le miro, con cara de ofendida:
Ella: ¿qué te pasa ahora?
El: no...nada, que no lo entiendo, que...
Ella: ¿qué?
El: que si me dejas, yo me quedo sin nada.
Ella: ¿sin nada? Tienes miles de cosas...(sin ganas, o posibilidad, de enumerar ni una)
El: nada
Ella: ¿y que quieres que haga?
El: no se...
Ella: si quieres sigo fingiendo, y con cargo de conciencia! Si quieres sigo intentándolo!!, eh! ¿quieres?¿quieres que siga fingiendo?
El(lo que es el amor): si...
Ella: A pues muy bien, claro, si claro ¿no te das cuenta que no puedo?
Con las mismas ella se levantó y se bajó del autobús, el cogió su mochila rápidamente y saltó del autobús cuando las puertas ya se cerraban, perdiendo el culo detrás de aquella encantadora joven.
Yo estaba sentada en esos "nuevos" asientos desplegables que hay enfrente de la puerta de atrás, medio

Tras ella, un chico regordete, con náuticos, pantalón docker beis (de los que hacen culo de pan de hogaza), camisa de cuadros y jersey, muy prieto, verde botella con su correspondiente bordadito en la tetilla izquierda, el pelo rizado tipo “mar picado” al puro estilo Gallardón.
Ella se sentó a mi lado con cara de indignación, y fui apagando mi mp3, la situación prometía... El se quedó de pié rozando levemente las piernas de la chica con sus muslos en un gesto cariñoso. Trató en un par de ocasiones de acariciarle el pelo y ella siempre respondía con una sacudida de cabeza en plan “quita mosca!”. La cara del chico era de desesperación y de prevenir la catástrofe que irremediablemente se le venía encima.
Yo mantuve mi cara de cansancio, me esforcé en no cambiar el gesto y en seguir moviendo l

Después de una lucha entre te-acaricios y ni-me-toques-con-tus-sucias-manos, EL exclamó “es que no lo entiendo”. A partir de ahí el aguantarme la risa fue duro. Comenzaron un conversación... Esta conversación:
Ella: ¿es que no te das cuenta que me siento mal?
El (con cara aún esperanzada): pero ¿por qué?
Ella: Pues porque quedo contigo porque TENGO QUE quedar contigo, porque te llamo porque TENGO QUE llamarte, te contesto los mensajes porque TENGO QUE contestarte los mensajes... y no puedo más!
El (muy lógico): no tienes que hacer nada de eso, hazlo sólo si quieres
Ella: ¿Pero es que no lo entiendes?, si no lo hago me siento mal, tengo cargo de conciencia. He intentando lo nuestro pero no puedo más!
El: Y... cuando me llamaste ayer para que fuese a verte, ¿era también por obligación?
Ella: ¡Es que no entiendes nada! Eso es súper egoísta por mi parte!! Y me da cargo de conciencia, y no puedo más. Tengo cargo de conciencia contigo, cargo de conciencia con mis padres, cargo de conciencia con mis hermanos, cargo de conciencia con ICAI (tela marinera), no doy lo que se espera de mi!!
El: Pues ayer cuando me pediste que fuese a verte no parecía mentira y yo pensaba que nos iba bien y que estabas contenta.
Ella(gritando un poco, desesperadita): Porque yo lo he intentado, que salga bien pero no sale!! Y claro, todos pensáis que como soy monisima soy mala, pero también tengo conciencia eh! Y me siento mal.
A estas alturas de la conversación, el chico ya estaba convencido de que el culpable de to

El: ¿Podemos bajar aquí y hablar un rato?
Ella: ¡Pues no!
El: Pero... ¿por qué? No puedes dejarlo así sin más, podíamos hablar un rato (lloroso)
Ella: No puedo, empieza gran hermano y además tengo que estar en casa antes de las 10 o si no mis padres...
El: Hay tiempo de sobra, gran hermano empieza a las 10 solo quiero hablar un rato, quédate 10 minutos y llegas a tu casa de sobra o llámame luego.
Ella(indignada): Pues hombre! Una hora desde la universidad a mi casa me parece muy fuerte!! No puedo quedarme. ¿ves? Siempre estas igual “quedate un rato”, “llámame antes de acostarte”, “mándame un mensaje luego” (poniendo voz de urraca).

Y de repente grita agobiada:
- ¡¡¡¡Bájate ya!!!!
El pone cara de acojonado y dice:
- bueno, te acompaño y así tenemos tiempo de hablar un rato más
- que nooooo!
Estuvieron un rato en silencio, el con los ojos brillantes, ella con cara de victoria y de querer que el tiempo volase. Sólo le faltaba solucionar el hecho de que ese pesado seguía ahí y su parada ya se había pasado. Le miro, con cara de ofendida:
Ella: ¿qué te pasa ahora?
El: no...nada, que no lo entiendo, que...
Ella: ¿qué?
El: que si me dejas, yo me quedo sin nada.
Ella: ¿sin nada? Tienes miles de cosas...(sin ganas, o posibilidad, de enumerar ni una)
El: nada
Ella: ¿y que quieres que haga?
El: no se...
Ella: si quieres sigo fingiendo, y con cargo de conciencia! Si quieres sigo intentándolo!!, eh! ¿quieres?¿quieres que siga fingiendo?
El(lo que es el amor): si...
Ella: A pues muy bien, claro, si claro ¿no te das cuenta que no puedo?
Con las mismas ella se levantó y se bajó del autobús, el cogió su mochila rápidamente y saltó del autobús cuando las puertas ya se cerraban, perdiendo el culo detrás de aquella encantadora joven.