"Desde pequeñita me quedé..."
Mi madre cuenta que cuando nací no había forma de callarme, que lloraba desconsolada día y noche. Dice que cuando fue a verme al nido todos los bebes dormían salvo yo que tenia la cabeza levantada como una tortuga y miraba a mi alrededor con los ojos desencajados. Que una vez en casa seguía llorando a todas horas y solo paraba si me meneaban: dormida, puesta en la cuna y vuelta a berrear.
Cuenta que muchas noches asustados me llevaban a urgencias y era en el coche donde me quedaba traspuesta hasta el día siguiente. Siendo algo más mayor me quedaba grogui cuando me paseaban en el carrito y me despertaba como poseída a grito pelao en cada semáforo rojo.
Seguí creciendo... de edad, en altura paré pronto, y con 12 años me hice asmática. El médico me recetaba aerosoles y termine comprándome la maquinita para no tener que desplazarme a diario al centro de salud. La maquinita tenía y tienen, un motor que hace un brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...constante, música celestial para que os voy a engañar. No había sesión de aerosoles que no me durmiera.
Ayer pasé la mañana más dura de oficina desde que trabajo aquí, no había manera de mantener los párpados abiertos y no comprendía por que... me paré un momento a pensar que sucedía, que era ese soniquete adormecedor que invadía la sala, ese ritmo continuo... oh! Si! Otro de mis somníferos favoritos, el más navideño “tirorirorarirooooo rirorirooooo, cientoventicincomiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiil pe seeeeee taaaaaas!” Y cierto es que ya no son lo que eran, que han
perdido todo su encanto, que ahora cantan en pleno pavo, hacen gallos, lo de los 1000 euros suena fatal, se equivocan mucho más y lo peor, los niños huérfanos de san Ildefonso tienen padres, que estafa! (Dice un amigo mío que cantan así de mal porque lo del acoso sexual de los curas esta mucho más perseguido ahora...) yo me sigo quedando roque.
Es el primer día 22 que no duermo hasta el medio día. Cada loto-dia empezaban para mis las vacaciones con la primera mañana sin madrugón. Desde bien tempranito mi madre con la radio y los niños de san Ildefonso, con sus trajes de marineros, sus canesús y sus vocecillas millonarias, me acompañaban el sueño hasta la hora de la comida y yo que soy muy espabilá y no tengo nada que envidiar a los perros de Pavlov, relacioné: lotería –sueño, así de fácil, los oigo y me duermo... Ahora me planteo que lo más probable es que el resto de días 22 de mi vida madrugue y pienso en la manera de romper esta relación amor-odio de años. Yo soy una mujer de costumbres y los párpados se me caen a la décima bola.
Hoy en día es el motor de mi PC el que me acompaña en el sueño y me pregunto que es lo que hace que necesite un ronroneo para dormir desde que nací hasta hoy, por qué me asusta el silencio, por qué sigo mirando el mundo como cuando era la primera vez que lo veía y por qué me sigue dando vértigo pararme.
Cuenta que muchas noches asustados me llevaban a urgencias y era en el coche donde me quedaba traspuesta hasta el día siguiente. Siendo algo más mayor me quedaba grogui cuando me paseaban en el carrito y me despertaba como poseída a grito pelao en cada semáforo rojo.
Seguí creciendo... de edad, en altura paré pronto, y con 12 años me hice asmática. El médico me recetaba aerosoles y termine comprándome la maquinita para no tener que desplazarme a diario al centro de salud. La maquinita tenía y tienen, un motor que hace un brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...constante, música celestial para que os voy a engañar. No había sesión de aerosoles que no me durmiera.
Ayer pasé la mañana más dura de oficina desde que trabajo aquí, no había manera de mantener los párpados abiertos y no comprendía por que... me paré un momento a pensar que sucedía, que era ese soniquete adormecedor que invadía la sala, ese ritmo continuo... oh! Si! Otro de mis somníferos favoritos, el más navideño “tirorirorarirooooo rirorirooooo, cientoventicincomiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiil pe seeeeee taaaaaas!” Y cierto es que ya no son lo que eran, que han

Es el primer día 22 que no duermo hasta el medio día. Cada loto-dia empezaban para mis las vacaciones con la primera mañana sin madrugón. Desde bien tempranito mi madre con la radio y los niños de san Ildefonso, con sus trajes de marineros, sus canesús y sus vocecillas millonarias, me acompañaban el sueño hasta la hora de la comida y yo que soy muy espabilá y no tengo nada que envidiar a los perros de Pavlov, relacioné: lotería –sueño, así de fácil, los oigo y me duermo... Ahora me planteo que lo más probable es que el resto de días 22 de mi vida madrugue y pienso en la manera de romper esta relación amor-odio de años. Yo soy una mujer de costumbres y los párpados se me caen a la décima bola.
